Camilo Sánchez, presidente de Andesco
Tomado de Portafolio
Hoy como nunca la prudencia y mesura deben ser unos de los más preciados dones de los gobernantes. Desde la Depresión de 1929, Colombia asumió una política de estricto cumplimiento del pago de su deuda tanto interna como externa, ganándose una gran imagen internacional, mayor acceso a créditos y menores costos para los inversionistas.
Desafortunadamente en su cotidiana cuenta de X, y durante sus giras de campaña, el Presidente hace anuncios y propuestas que disminuyen la calificación del Riesgo País, haciendo innecesariamente más costosos los recursos requeridos para avanzar en el desarrollo sostenible.
Es indispensable disipar la incertidumbre y recuperar la confianza para volver a una senda de fuerte crecimiento, porque los últimos indicadores entregados por el Dane y el Banrepública son riesgosos y decepcionantes.
En este contexto, el más duro golpe lo acabamos de sentir la semana pasada cuando el Presidente manifestó que de no ser aprobada la propuesta del incremento del cupo de endeudamiento por parte de las comisiones económicas del Congreso, tendríamos una cesación de pagos y declararía nuevamente otra emergencia económica.
Amenaza que automáticamente tuvo efectos en la tasa de cambio, en la confianza del sector financiero, potenciales incrementos de tasas de interés y mayor escepticismo. Borramos de un plumazo en el imaginario mundial nuestra seriedad y certeza de cumplimiento construida durante muchos años, a sabiendas que siempre hemos sido y seguiremos siendo buena paga, pero el daño ya está hecho.
Se volvió rutinario escuchar propuestas que terminan autoinfligiéndonos daño prescindible. Ejemplo, el anuncio de presentar una nueva reforma tributaria cuando no existe el ambiente nacional y no tiene las mayorías para realizarla, ni qué decir de querer asumir una transición energética en contravía a lo que se está haciendo en el resto del mundo, desaprovechando nuestras ventajas comparativas en lo minero-energético, al despreciar el gas natural como el elemento esencial para poder llevarla a cabo al menor costo posible y sin perjudicar la calificación de riesgo de Ecopetrol al impedirle cumplir con su función.
Por último, logra tensionar el clima de inversión y crecimiento, al especular con la convocatoria de una constituyente mediante mecanismos distantes de nuestro ordenamiento jurídico, cuyo efecto real será la parálisis de la economía y alejar aún más los recursos faltantes de flujo de caja que requiere el Gobierno para cumplir su labor.
Desde el empresariado colombiano reiteramos nuestra disposición e invitación para volver a trabajar mancomunadamente con el Gobierno sobre temas concretos: reactivar la economía, recuperar la seguridad y mantener la institucionalidad, siempre basados en argumentos técnicos para construir desde la diferencia puntos de encuentro que nos permitan recuperar el rumbo.
La prudencia nos recuerda que el que mucho habla mucho yerra. Llegó el momento de decir menos y hacer más.