Publicado en: https://www.portafolio.co/opinion/camilo-sanchez/una-asignacion-pendiente-columnista-526788
Pensar en Colombia como un país sin residuos es una utopía, pero debe ser el objetivo esencial del desarrollo sostenible.
Se dice comúnmente que el rastro de una sociedad son los residuos sólidos, que se puede, a través de ellos, conocer patrones de consumo, preferencias y moda de las familias y pueblos, y que al revisar estos se deja una huella indeleble del impacto ambiental de cada uno de nosotros. Pensar en Colombia como un país sin residuos es una utopía, pero debe ser el objetivo esencial del desarrollo sostenible, desde el enfoque de la producción y consumo responsables.
Colombia ha avanzado, pero nos queda mucho por hacer. Una referencia es el decreto 1784 de 2017, el cual abrió la puerta para el aprovechamiento energético de residuos en Colombia, y el decreto 2412 de 2018, mediante el cual se reglamenta el incentivo al aprovechamiento para que a los rellenos sanitarios llegue menor cantidad de residuos y que estos se incorporen en ciclos productivos y limpios. Asimismo, mediante estas normas, se da la posibilidad para que los municipios se asocien y desarrollen proyectos con impacto regional, por medio del uso de tecnologías de punta que permitan la adecuada gestión de los rellenos sanitarios, la valorización energética de los residuos e infraestructura para el aprovechamiento.
Tenemos que seguir coexistiendo con los rellenos, pero dependiendo cada vez menos de ellos. Por ejemplo, en Bogotá, el alcalde Peñalosa, conjuntamente con la UAESP, ha puesto en marcha una estrategia que consiste en promover eficazmente una cultura de separación de residuos en los hogares, su clasificación y aprovechamiento, complementada con una tecnificación mayor del relleno; manejo adecuado de lixiviados y gases (en el mundo, el sector de residuos sólidos aporta el 3% de gases de efecto invernadero que se producen por año (IPCC, 2014)). Esta estrategia permitirá ampliar por 37 años la operación del relleno sanitario Doña Juana y minimizar los impactos ambientales a las comunidades vecinas. Aplaudimos este esfuerzo.
De acuerdo con el último Informe Nacional de Aprovechamiento de la Superintendencia de Servicios Públicos, en el 2017 se reportaron más medio millón (536.092 para ser exactos) de toneladas aprovechadas a nivel nacional dentro del servicio público de aseo, donde la participación de Bogotá es superior al 80%. Por ello, la estrategia planteada por la Alcaldía es clave para promover el reciclaje en la ciudad y depender cada día menos del relleno.
La estrategia pública tiene que ser integral en los siguientes aspectos: cultura ciudadana de separación en la fuente, cadenas adecuadas y rentables de material aprovechable, y disposición final con cada vez menos toneladas por disponer. Estamos viendo en varias ciudades (Bogotá, Medellín, Cartagena) los contenedores para que los ciudadanos lleven sus residuos no aprovechables y los aprovechables. Así mismo, en esta estrategia no debemos olvidar el manejo adecuado de residuos peligrosos y especiales, como parte integral de la gestión de residuos en Colombia.
Tenemos muchos retos, pero estamos seguros de que el país logrará dar el salto cuantitativo mediante la educación ciudadana, que es que cada uno nos concienticemos de reducir nuestro consumo, reusar lo que podamos y separar los residuos adecuadamente. Comprometámonos, y muy pronto se verán los resultados y beneficios de la economía circular para así garantizar el propósito del área limpia, cadenas de reciclaje y aprovechamiento, temas cada vez más necesarios y apropiados para acelerar la competitividad del aparato productivo del país y contar con una ciudadanía ambientalmente comprometida. Ojalá, algún día podamos ser como Suiza, que desde el 2006 no lleva ningún tipo de residuo a relleno sanitario.
¡A trabajar se dijo!